lunes, 15 de junio de 2009

TRABAJO



Hoy, 15 de junio, he vuelto al trabajo después de pasar contigo las dieciseis semanas de permiso de maternidad que marca la ley española. Una mierda, por cierto, y perdóname por la expresión -ya sabes lo malhablada que es tu madre cuando se pone-. Esta mañana, al despedirme, se me han saltado las lágrimas, y también se me han saltado cuando a las cinco y veinte he pensado que no vería a tu hermana bajar las escalerillas del autubús escolar. Pero estais en buenas manos. Las mejores, y eso es un gran consuelo.
Yo no soy de esas madres que dicen a sus hijos que van a trabajar para ganar dinero con el que comprar o hacer tal cosa o tal otra. Desde que era chiquita, siempre le he explicado a tu hermana que en casa necesitamos el dinero que yo gano, pero que trabajar para mi no es un castigo. Me siento, Juan, muy afortunada por trabajar en lo que me gusta, en lo que siempre me atrajo: contar historias, de alguna forma. Le repito a Paula que para ello estudié y me esforcé, y sigo estudiando, Juan. Además, en este oficio tan hermoso que es el periodismo, he tenido los mejores maestros.
Empecé a trabajar en la radio con veinticuatro años. En Sevilla. Una tarde, había redactado mi notita para el boletín, y le dije a mi editor "¿que tal?". Entonces, Manolo, Manolo Sollo -al que siempre querré- me dijo:"¿que pasa?...El día que enseñaron lo de sujeto, verbo y predicado...¿tu faltaste a clase?"......Me fuí al baño, porque las lágrimas me asomaban a los ojos y me daba una vergüenza horrible que me viera llorar. Pero no lo he olvidado nunca: frases cortas, sencillas. Aquella "humillación" consiguió su propósito.
Después he tenido dos maestros mas. A uno de ellos lo habré visto cara a cara media docena de veces, como mucho, pero eso no es obstáculo para que sienta por él, aparte de un gran respeto profesional, un enorme afecto. Magín Revillo vivía -vive- en Washington, y ha sido durante muchísimos años el corresponsal de Radio Nacional en Estados Unidos. Siempre le llamo maestro. Tiene todo el oficio del mundo, y el don de la palabra. Sus crónicas, lo que dice, se puede tocar y oler. Sentir....como si estuvieras viendo lo que cuenta a través de sus ojos. Eso es para tu madre un periodista, Juan.
Mi otro maestro es tu "yayo" Antonio. Antonio Alonso, lo repetiré siempre, es el mejor jefe que he tenido nunca. De él he aprendido que firmeza no está reñida con cariño. Que se puede ser jefe y amigo. Es un monstruo, Juan. Cuando escuches sus crónicas del asalto al teatro de la calle Dubrovka, se te pondrán los pelos de punta, como a mí. Trabajar con él ha sido un privilegio.....Y contarlo entre mis amigos, todo un honor.
Nunca he tenido un puesto relevante, pero me siento muy, pero que muy afortunada.

3 comentarios:

  1. Es que trabajar en lo que te gusta y rodeada de buena gente es un lujo, aunque cuesta MUCHÍSIMO volver después de la baja maternal :)
    Un abrazo
    Mar

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  2. Querida mia... eres una pésima alumna si todavía llamas siempre maestro a quien solo puede presumir de saber leer lo que tu escribes y cuentas con el corazón. No han perdido ni Paula ni Juan el amor ni la atención de una madre pero si habrán ganado muchos oyentes una voz que echabamos de menos.

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